Historia de Puerto Gaboto. Camino al Quinto Centenario.
La expedición de Diego García de Moguer en Sancti Spíritus, la historia oculta.
Por Prof. Ricardo N. González
En la historiografía local siempre se habla de la expedición de Sebastián Gaboto y de su epopeya en tierras del río Carcarañá. Pero poco se dice que en la misma época en nuestro pueblo hubo otra armada española al mando del Capitán Diego García de Moguer.
He aquí esa historia oculta…
La expedición de Diego García de Moguer llega al río Carcarañá a fines de febrero de 1528. Por el contrato con sus armadores sabemos que su expedición se compuso de tres naves, una carabela llamada Santa maría del Rosario, un pataje (barco mercante en malas condiciones para navegar) y un bergantín (El bergantín es una embarcación de dos palos, el mayor y el trinquete, con bauprés y velas cuadradas. Por vela mayor tiene una gran cangreja y, a veces, otra mayor redonda). Los bergantines se emplearon, principalmente, para el tráfico mercante, pero también como buques corsarios debido a que su gran velocidad les permitía escapar de navíos y fragatas. El capitán Diego García era natural de la ciudad de Moguer, de ahí su nombre en los documentos para diferenciarlo de otros del mismo nombre. Con él vinieron Juan de Sandoval (contador), Gonzalo de Hernández (contador), Alonso Gómez (escribano), Francisco de Lemos (sacerdote), Vasco Núñez (alguacil de la Armada), Fernán Páez (alférez), Gregorio del Carril, Juan Rodríguez, Gaspar de Silva, y Rodrigo Arias, de todos ellos existen constancias en la documentación que firmaron. Partieron de cabo Finisterre el 15 de agosto de 1527 rumbo al río de Solis.
Sobre ésta expedición la historiadora Catalina Pistone nos dice: “Diego García de Moguer había tomado parte en la expedición de Solís como maestre de una de las naves. Algunos suponen que acompañó a Magallanes y regresó a España con Sebastián Elcano, pero abundan elementos para inferir que se trata de un homónimo. El 14 de abril de 1525 se firmó el contrato figurando, entre las obligaciones de Diego García, el rescate de Juan de Cartagena y el clérigo Sánchez de Reina, abandonados por Magallanes en la costa patagónica. El 24 de noviembre el Rey aprobó el convenio, autorizando a los armadores a que reuniesen la armada y ejecutasen el descubrimiento ofrecido. A comienzos de 1528 inició la navegación aguas arriba, y no tardó en encontrar, según dijo, "rastro de cristianos ... e andando con mi bergantín veinte y cinco leguas por este río arriba, hallé dos naos de Sebastián Gaboto, e estando por teniente dellas Antón de Grajeda". Enterado por Grajeda del cambio de rumbo resuelto por Gaboto, y de cómo éste se había dirigido por el Paraná hacia el norte, retornó a San Gabriel, desde donde despachó a la carabela rumbo a San Vicente, con Gonzalo de Acosta, para llevar a España los esclavos adquiridos a éste y dar cuenta de lo ocurrido. Las otras naves las despachó con orden de unirse a las de Gaboto, que permanecían refugiadas en el río San Salvador, mientras él, con sesenta hombres, se dirigió en dos bergantines hasta el Fuerte de Sancti Spiritus. Allí intimó a Gregorio Caro para que se pusiera a sus órdenes, según se lee en su Relación, aunque parece que lo único que hizo fue obtener informes para salir al encuentro de Gaboto. Partió García el 10 de agosto de 1528, día de Viernes Santo, y en los primeros de mayo encontró a su rival, que volvía desilusionado con la gente mermada y desalentada. García le exigió el abandono de aquellos lugares por carecer de autorización para actuar en ellos, y a su vez Gaboto alegó que la conquista del río Paraná le pertenecía por haber sido su descubridor. Sin fuerzas para imponerse uno a otro y después de algunas incidencias optaron por llegar a un acuerdo y trabajar en común, aunque informando a la Corte de lo ocurrido en naves separadas. La de Diego García se supone que naufragó; lado Gaboto llegó a Lisboa y luego a Sevilla, llevando como emisarios a Fernando Calderón y al inglés Roger Barlow, con algunas piezas de metal y cartas que ponderaban las riquezas de las tierras descubiertas. A su paso por Lisboa las referencias sobre esas riquezas platinas completaron los informes que en esa Corte se tenían, todo lo cual dio origen a la denominación Río de la Plata, que indudablemente es de origen portugués. Terminados los preparativos zarparon García y Gaboto aguas arriba. Es posible que alcanzaran el río Paraguay y lo navegaran unas veinte leguas, pues trabaron relación con los chandules, por quienes supieron que los indios de la vecindad de Sancti Spiritus se preparaban para atacarla. Dado lo precario de la situación, se optó por regresar, y a los tres meses de la partida los expedicionarios se encontraban en la costa, frente al fuerte.
Queda totalmente claro que en el fuerte Sancti Spíritus convivieron soldados de dos expediciones enviadas por la Corona española. Una al mando de Sebastián Gaboto y la otra de Diego García de Moguer… historias invisibilizadas de nuestro pasado.
La expedición de Diego García de Moguer en Sancti Spíritus, la historia oculta.
Por Prof. Ricardo N. González
En la historiografía local siempre se habla de la expedición de Sebastián Gaboto y de su epopeya en tierras del río Carcarañá. Pero poco se dice que en la misma época en nuestro pueblo hubo otra armada española al mando del Capitán Diego García de Moguer.
He aquí esa historia oculta…
La expedición de Diego García de Moguer llega al río Carcarañá a fines de febrero de 1528. Por el contrato con sus armadores sabemos que su expedición se compuso de tres naves, una carabela llamada Santa maría del Rosario, un pataje (barco mercante en malas condiciones para navegar) y un bergantín (El bergantín es una embarcación de dos palos, el mayor y el trinquete, con bauprés y velas cuadradas. Por vela mayor tiene una gran cangreja y, a veces, otra mayor redonda). Los bergantines se emplearon, principalmente, para el tráfico mercante, pero también como buques corsarios debido a que su gran velocidad les permitía escapar de navíos y fragatas. El capitán Diego García era natural de la ciudad de Moguer, de ahí su nombre en los documentos para diferenciarlo de otros del mismo nombre. Con él vinieron Juan de Sandoval (contador), Gonzalo de Hernández (contador), Alonso Gómez (escribano), Francisco de Lemos (sacerdote), Vasco Núñez (alguacil de la Armada), Fernán Páez (alférez), Gregorio del Carril, Juan Rodríguez, Gaspar de Silva, y Rodrigo Arias, de todos ellos existen constancias en la documentación que firmaron. Partieron de cabo Finisterre el 15 de agosto de 1527 rumbo al río de Solis.
Sobre ésta expedición la historiadora Catalina Pistone nos dice: “Diego García de Moguer había tomado parte en la expedición de Solís como maestre de una de las naves. Algunos suponen que acompañó a Magallanes y regresó a España con Sebastián Elcano, pero abundan elementos para inferir que se trata de un homónimo. El 14 de abril de 1525 se firmó el contrato figurando, entre las obligaciones de Diego García, el rescate de Juan de Cartagena y el clérigo Sánchez de Reina, abandonados por Magallanes en la costa patagónica. El 24 de noviembre el Rey aprobó el convenio, autorizando a los armadores a que reuniesen la armada y ejecutasen el descubrimiento ofrecido. A comienzos de 1528 inició la navegación aguas arriba, y no tardó en encontrar, según dijo, "rastro de cristianos ... e andando con mi bergantín veinte y cinco leguas por este río arriba, hallé dos naos de Sebastián Gaboto, e estando por teniente dellas Antón de Grajeda". Enterado por Grajeda del cambio de rumbo resuelto por Gaboto, y de cómo éste se había dirigido por el Paraná hacia el norte, retornó a San Gabriel, desde donde despachó a la carabela rumbo a San Vicente, con Gonzalo de Acosta, para llevar a España los esclavos adquiridos a éste y dar cuenta de lo ocurrido. Las otras naves las despachó con orden de unirse a las de Gaboto, que permanecían refugiadas en el río San Salvador, mientras él, con sesenta hombres, se dirigió en dos bergantines hasta el Fuerte de Sancti Spiritus. Allí intimó a Gregorio Caro para que se pusiera a sus órdenes, según se lee en su Relación, aunque parece que lo único que hizo fue obtener informes para salir al encuentro de Gaboto. Partió García el 10 de agosto de 1528, día de Viernes Santo, y en los primeros de mayo encontró a su rival, que volvía desilusionado con la gente mermada y desalentada. García le exigió el abandono de aquellos lugares por carecer de autorización para actuar en ellos, y a su vez Gaboto alegó que la conquista del río Paraná le pertenecía por haber sido su descubridor. Sin fuerzas para imponerse uno a otro y después de algunas incidencias optaron por llegar a un acuerdo y trabajar en común, aunque informando a la Corte de lo ocurrido en naves separadas. La de Diego García se supone que naufragó; lado Gaboto llegó a Lisboa y luego a Sevilla, llevando como emisarios a Fernando Calderón y al inglés Roger Barlow, con algunas piezas de metal y cartas que ponderaban las riquezas de las tierras descubiertas. A su paso por Lisboa las referencias sobre esas riquezas platinas completaron los informes que en esa Corte se tenían, todo lo cual dio origen a la denominación Río de la Plata, que indudablemente es de origen portugués. Terminados los preparativos zarparon García y Gaboto aguas arriba. Es posible que alcanzaran el río Paraguay y lo navegaran unas veinte leguas, pues trabaron relación con los chandules, por quienes supieron que los indios de la vecindad de Sancti Spiritus se preparaban para atacarla. Dado lo precario de la situación, se optó por regresar, y a los tres meses de la partida los expedicionarios se encontraban en la costa, frente al fuerte.
Queda totalmente claro que en el fuerte Sancti Spíritus convivieron soldados de dos expediciones enviadas por la Corona española. Una al mando de Sebastián Gaboto y la otra de Diego García de Moguer… historias invisibilizadas de nuestro pasado.
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