Sebastián Gaboto Foot Ball Club: 90 años de Gloria y Pasión Gabotera
En los inicios del siglo XX, mientras Puerto
Gaboto brillaba al compás de las imponentes y colosales chimeneas de esos
barcos que repletos de cereal atravesaban el inmenso océano, una “cultura
asociativa” impregnaba las almas de aquellos colonos que echaban raíces en
estos parajes pampeanos.
El impulso y las ganas de los recién llegados,
constituyó el motor de formación del movimiento asociativo que abarcaba esferas
muy diferentes de la actividad social. Surgieron muchísimas iniciativas,
incluyendo sociedades de ayuda mutua; asociaciones de inmigrantes; círculos
literarios; agrupaciones festivas; organizaciones de beneficencia; comisiones
destinadas a algún propósito específico (como organizar fiestas conmemorativas
o juntar fondos para la construcción de algún monumento), y principalmente el
motivo de nuestro homenaje: la fundación de “clubes sociales, culturales y/o
deportivos”. En este caso, el nacimiento desde las entrañas mismas de la
esencia gabotera de Sebastián Gaboto Foot Ball Club, traído al mundo un 9 de
julio de 1922 (aunque contamos con varias referencias que marcan su monumental
estreno un 9 de julio pero de 1920).
El punto de partida lo marca un esplendoroso
deporte de origen inglés y en sus inicios practicado por los sectores
acomodados de la sociedad londinense: el fútbol. Fueron los ciudadanos
ingleses, diplomáticos, funcionarios del ferrocarril y del gas y los marineros
de los navíos de su majestad (que lo
jugaban “mientras descargaban ponchos,
botas y harina y embarcaban lana, cueros y trigo para fabricar, allá lejos, más
ponchos botas y harina”1)
quienes lo trajeron a la pampa gringa y que en los primeros años del siglo XX
empezaba a popularizarse y a formar parte de la vida de aquellos muchachos
criollos y jóvenes inmigrantes que con algún balón made in England o pelotas
hechas de medias viejas (rellenas de trapo o papel) y algún improvisado arco
hecho con un par de piedras, convertían al lenguaje del fútbol y lo empezaban a
hacer universal.
Pero si bien el fútbol como deporte conformó la
base en la que se consolidó su funcionamiento, la idea de unirse y generar
actividades asociativas tenían un objetivo común: satisfacer un sinfín de
necesidades surgidas de las distintas relaciones económicas y sociales, ya sea
para construir lazos de pertenencia y solidaridad, representar y defender
intereses sectoriales, desarrollar actividades recreativas, festivas y
culturales o actuar colectivamente en el espacio público. Pero había algo más
importante, si bien se presentaban como alejadas de los incentivos materiales,
sus reuniones tenían el firme propósito de influir en algún ámbito de los
asuntos públicos, a tal punto que ser miembro y parte de ello era ascenso y
prestigio social. Por lo menos así lo era en sus primeras décadas de vida.
Porque su brillante insignia lleva el rojo y el
negro como estandarte, aún no lo sabemos. Quizás Newell´s old Boys o el Club
Atlético Colón de la ciudad de Santa Fe hayan sido las musas inspiradoras. Nos
quedará esa materia pendiente para otra ocasión.
Su sede social fue mudándose a través del tiempo
de acuerdo a las necesidades y posibilidades de aquellos pioneros con alma
sebastianista. En sus comienzos fue una habitación de la casa del señor José
Manuel Zabala, ubicada en la intersección de las calles Paganini y Zabala hasta
el año 1927; luego en la propiedad de la señora Claudia Piedrabuena de
Castellano, ubicada en las calles Bustinza y Zabala (en donde alguna vez
funcionó el ya desaparecido comedor “El Ancla”) hasta 1932; a partir de allí y
hasta 1936 en una propiedad situada en la calle Alameda, perteneciente a los
hermanos Carlino (muy cerca de donde se encontraban los galpones del puerto);
desde éste último año y hasta 1939 en un local del señor Messulan (de la
localidad de Rosario), que quedaba ubicado en la calle Alameda frente al Club
Naútico de nuestro pueblo; hasta que por último se le alquila la propiedad del
señor Gabino Prieto, residente de la ciudad de Rosario y antiguo dueño del
edificio en donde se emplaza de manera majestuosa nuestro Sebastián Gaboto F.
C., él que finalmente es adquirido tras su compra en el año 1964.
Los más melancólicos quizás recordarán a la pista
de baile “El Fuerte”, inaugurada en noviembre de 1947 y vendida para utilizar
sus dividendos en la compra de la sede. La misma estaba ubicada en la calle
Castellano, frente a la plaza local. Era el corazón de las familias
“sebastianistas”. Allí las fiestas y los bailes eran inolvidables y lograron
encerrar en el tiempo cientos y cientos de anécdotas que traen a la memoria
aquellos que la supieron disfrutar. En el fondo del terreno se encontraba un
inmenso escenario y en la entrada había un mástil desde donde flameaba nuestra
colorida insignia y en cada escalón se les daba un cálido homenaje a aquellos
verdaderos gladiadores que obtuvieron con brillante juego, entrega y pasión el
campeonato de fútbol de la Liga Macielense en los años 1954 y 1955. Tuvo
diferentes canchas hasta que allá por la década del 80´ se instaló donde se
encuentra actualmente.
Prodigiosos nombres forman parte de la historia
grande de nuestra noble institución: Reynaldo Gómez (17 veces presidente), las
familias Zabala, Bustamante, Mosso,
Jubany, Tercetti, Villamea; Elías Arach, Juan Gorbarán, Juan Larrateguy,
Abel Cochini, Saturnino Mandón, entre muchos otros más. Aquellos precursores
del fútbol infanto-juvenil como José “el negro” Camuglia, “Antonito” Basualdo,
Antonio Grondona o Francisco Arguello. Esos grandes y astutos jugadores que
tenían una destreza en la técnica individual y una suprema habilidad propia de
estilistas del balón: los hermanos Moreno y los hermanos Zárate, Dante Madera,
Carlos Delmonte, Alberto Gutiérrez, Omar “el indio” Herrera, Lauro Villamea,
Sebastián Bernat, y tantos más que el nombrarlos harían interminable esta reseña.
Eran fantásticos, podían “gambetear” en una baldosa e inventar las piruetas más
alocadas y colosales con la pelota en sus pies.
La práctica del tenis (décadas del ´20 y ´30),
del ciclismo (durante los años ´30 y ´40), del box (principalmente en los años
´40), del básquet (en los años ´50 y algunos de la década del ´70), de las
bochas o del vóley son algunos de los deportes que supieron disfrutar los
socios de nuestra institución alguna vez. Expresiones folklóricas resplandecían
en la peña “Flor de Irupé” bajo la dirección de Jorge “el chango” Juárez. Al
igual que la práctica actual de las artes marciales y del patín artístico,
disciplinas que nos emocionan en cada evento que se organiza deleitándonos con
sus piruetas y sus increíbles demostraciones de destreza. Pero el fútbol fue,
es y será el alma, el corazón, el origen de un sentimiento que no conoce de
límites y que hacen de nuestra esencia “sabalera” una bandera que nos une, nos
identifica y nos representa en cualquier parte del mundo en donde un gabotero
recale, es prueba de ello los cientos y cientos de títulos y copas que engrosan
las vitrinas del club: Campeonatos de 1era División (1954, 1955, 1987 y 2010) y
subcampeonatos (1992 y 2007); títulos en categorías infantiles y juveniles (ya
sea en Liga Litoral o Sanlorencina), torneos ganados en las décadas del ´20,
´30, y ´40, y hasta logros de nivel provincial y nacional.
Muy felices 90 años de vida (aunque quizás 92) y
brindemos para que sean muchísimos años más los que nos permitan gozar,
disfrutar y sentir sus majestuosos colores al sonar del “desde el este y el
oeste, desde el norte y hasta el sur, brillará la roja y negra de Gaboto Fútbol
Club, dale campeón…”
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